Brote de Luz, Imbolc.

7 de febrero de 2023

En el corazón de mi invierno, cuerpo adentro, me siento.

Sostenida, nutrida, por momentos en calma.

Cierro los ojos, a la Madre me entrego.

Descanso en el Gran Útero de todos los tiempos,

huele a tierra mojada.

Raíces milenarias y otras recién nacidas.

Teje que teje,

la Madre se mece.

Fuera parece que nada pasara.

Dentro, en lo profundo, raíces y raíces,

por donde circulan la memoria y la savia.

Madre, muéstrame el camino, deseo florecer.

Aquí sólo crece aquello que alimentamos.

Cuando dejamos de nutrir alguna raíz,

ésta, simplemente deja de expandirse, de crecer y de tejer

hasta que muere, y entonces,

se convierte en abono y en ofrenda,

para el árbol, para la vida,

para lo nuevo que desea ser gestado y dado a luz.

No es preciso nada más,

deja de nutrir lo que deseas dejar atrás.

Comprendo.

Se abre el camino y sigo descendiendo hasta llegar a un lugar claro,

luminoso,

cubierto de piedras preciosas.

Soy absorbida por una burbuja blanca,

pura, y cristalina, luz radiante.

Es un portal,

origen, vacío, quietud, movimiento, principio.

Al otro lado,

aquí mismo,

nuevos mundos, dimensiones, circuitos.

Respiro, regreso al corazón de mi invierno.

Mi cuerpo energético se expande e integra, dentro de sí, la luz de la candela.

Dentro de mí crece y fluye como un río,

hacia arriba y hacia abajo,

y entonces comienza a arder.

Arderás, dice la Madre.

Con amor.
Silvia Mesa García.

Texto: Silvia Mesa García, Imagen: Pixabay
Lo inevitable

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Un camino que se recorre a veces a tientas, a veces a oscuras, lleno de retos y pruebas, sin aparente rumbo ni coordenadas

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