Eres Naturaleza, y tu naturaleza es la libertad.
La culpa no existe, esa es la verdad.
Es el mito inscrito en la glándula timo de la humanidad.
La creencia que impele a moverse en la lucha, en la desigualdad, que impide crear, vivir en paz.
Creerte indigno, sentir vergüenza, es la herida por donde sangra tu plexo solar.
Pero recuerda, eres incandescente, has venido a brillar.
Tal vez no lo recuerdes, tal vez lo niegues, da igual, eres incandescente.
Y eres libre para elegir ser, lo que ya eres, la mejor versión de ti.
Tu actitud hacia ti mismo, hacia la vida, refleja el movimiento de contracción y expansión memorizado en tu ADN, el potencial atrapado en el modo de verte y de ver el mundo que te rodea.
No se trata de lo que pasa contigo sino de cómo lo percibes, interpretas, gestionas.
Esa percepción – atravesada por el juicio de tu mirada – es la que crea y recrea tu vida, instante a instante, despertando la emoción que reverbera en tu campo energético, que dispara tu SNS (Sistema Nervioso Simpático) y se traduce en tu cuerpo.
Cómo es? Qué hay en él?
Hay alegría, bienestar, belleza, salud, suavidad?
Hay dolor, ira, soledad, frustración, enfermedad?
Sea lo que sea, pide contemplación, compasión y digestión.
Tal vez tu verdadero temor sea a la auténtica libertad, la que proporciona la disolución de la mente que, deja, al fin, de controlar.
Tal vez no recuerdas que tu propósito superior es compartir tu genialidad particular con el resto del mundo, aquello que te vuelve radiante por el simple hecho de ser, de vivir, de develarse, de expresarse en, y a través de, ti.
Como enseña el Libro de las Mutaciones, o I Ching, quien quiera que seas, si no estás continuamente trascendiendo, estás muriendo.
Estamos en la era de la síntesis, ha llegado el tiempo de equilibrar hemisferio izquierdo y derecho, dejar de pensar, y empezar a saber.
Estamos llamados a recorrer la travesía del desprendimiento, un camino en el que se desvela la base de todos los mitos: que el sufrimiento contiene la semilla de la trascendencia.
Nuestro ADN contiene la capacidad de tejer luz a su alrededor.
Cada cambio de frecuencia experimentado por tu ADN afecta a cada átomo del universo.
A medida que conectas con tu propia voz empiezas a emitir tu propio, único, auténtico… resplandor.
Brillas y activas el permiso de otros, para brillar.
A medida que avanzas, todos los seres avanzamos contigo.
Con AMOR. Silvia Mesa García