Discurro por una canal de fuego y agua, un río de lava sagrada que me contiene e impele a danzar
Este estallido mío me ha convertido en, lo que simplemente, Soy.
Un lucero.
Dos más tres, cinco.
Respiración de Quetzalcoatl.
Soy un lucero que brilla en las mañanas de agua, en los vientos alisios, en las tierras adentro y en los fuegos secretos.
Un lucero animado por el aliento cósmico, por la palabra antigua.
Un lucero que se desvela en el misterio de los ojos iridiscentes, del alma.
Un lucero que emerge tras la niebla, al alba.
Veintidós gramos, la Frecuencia Sagrada.
Brillo y vibro.
Vibro por fuera y también, por dentro.
Soy puro centelleo, destello, palpitar.
Soy, espejo, reflejo, una invitación a recordar.
La esencia.
Quién eres.
Recuerda quien eres!
Recuérdalo ya.
Vibra, brilla, irradia, despliega tu danza.
Deja que las alas del viento te eleven al cielo.
Sssssss
Sssssss
Sssssss
Sacúdete.
Brilla el rojo y el negro de tu pecho soberano.
Ofrenda tu corona de espinas, oh Señora divina y humana, la del Faldellín de estrellas, la de la mirada de AGUA.
Reúne los cantos y las flores.
Pronuncia las siete palabras.
Úngete con la miel de tus bodas.
Y danza, danza, danza hasta que de TI nazca una nueva madrugada.
Hasta convertirte en polvo, de oro, en puro gozo, estremecimiento, en tililar.
Con AMOR.
Silvia Mesa García