Morir

1 de noviembre de 2024

Dolor, desolación, y certeza.
Escucho su voz, la llamada,
es hora de morir.

 

Incrédula, trato de ordenar el caos pero,
en medio de la contemplación,
la incertidumbre me acecha.

 

Fuera, rápido.
Dentro, lento.

 

Consigo ir más allá del filo de este abismo que se abre en canal
dentro de MI.

  

Respiro
y me anclo en este devenir,
no puedo estar muerta si respiro, me digo.

 

O sí?

 

Y si me rindo?

 

Qué habrá más allá de este lugar?

 

Tal vez un nuevo camino?

 

Qué querrá esa VOZ de mí?

 

Y si la atiendo?

 

Qué puedo perder?

 

Deseo de luz.
Temor de la oscuridad.

 

Ilusión, fantasía, delirio.

 

La luz nace en la oscuridad.

 

La vida sin muerte no es vida.

 

Integridad.

 

Esta llamada, entonces, a qué responde?

 

Escucho adentro la ferocidad del agua desbordada,
que sin cauce,
me inunda.

 

Soy la voz del duelo,
del agua estancada,
de la humanidad desbordada.

 

Me dispongo en la penumbra de un nuevo acontecer,
ser o no ser…

 

Este cuerpo antiguo pesa,
ni siquiera sé si es mío,
si acaso alguna vez lo fue?

 

La memoria se diluye en la frontera.

 

Es, fue, será?
Soy, no, alguna vez seré?
Qué, quién, para qué?

 

Acaso éter.
Espíritu, latido.

 

Acaso viento.
Aliento, sentido.

 

Acaso fuego.
Movimiento, deseo.

 

Acaso agua.
Contención, amor.

 

Acaso tierra.
Materia, casa.

 

Siento el aleteo de la muerte.
Me pide habitarla.
Dice que también es casa.

 

Dice yo soy el camino que lleva a la VIDA.
Confía.

 

He de elegir.
Es hora.

 

Puedo luchar, tal vez,
titubear en vez de aflojar,
resistirme en vez de volar.

 

Pero puedo volar, si,
rendirme,
cruzar el umbral.

 

Diluirme en la unidad sincrónica,
danzar entre las fluctuaciones cósmicas
y los patrones dinámicos de la experiencia humana.

 

Morir y renacer,
florecer,
en integridad.

 

Ser quien soy,
un proceso que deviene,
eterno.

 

Conmovida, vulnerable, promesa de Vida.

 

Un cuerpo bañado de significado cósmico.

 

Amor cósmico.

 

Morir también es vivir.

 

 Con AMOR

Texto: Silvia Mesa García. Imagen: Pioenane