Antes de nacer, cuando aún no existía,
era océano, agua cristalina, FUENTE de vida.
Antes de nacer, cuando empecé a SER, fui sueño, anhelo, deseo.
Antes de nacer,
mi madre me llamó y bajo la sombra de un árbol, sin saber lo que era, escuchó mi canción.
Antes de nacer,
mi padre me buscó y en sus ojos de agua me reconoció.
Antes de nacer, mi madre y mi padre,
se bebieron en la espiral del tiempo eterno.
Antes de nacer fui éter, aire, viento, fui chispa, fuego, destello,
fuego y agua, agua y fuego, semilla dentro de un huevo.
Antes de nacer,
ya era quien SOY y mecida en el arrullo de las olas,
olvidé quien era.
Me vestí con capas y corazas, vientos y mareas,
pieles sobre pieles, y máscaras, de carnaval.
Antes de nacer sentía, escuchaba y reconocía.
Era un ser diminuto y también, más grande que todos los mundos, juntos.
Sólo deseaba florecer, expresar mi radiancia,
mi resonancia inmutable con el gran sol central de la galaxia.
Sólo quería nacer y brotar como el agua mansa de un corazón incandescente.
Sólo quería nacer y ser acunada en el surco negro del pecho de mi madre,
hecho de tiza y barro, tu surco, madre.
Sólo quería nacer,
recordarte lo bella que eres y el AMOR amante, el amor sin tiempo de la Madre-Padre.
Sólo quería nacer y trenzar en tu pelo un collar de rosas y mariposas.
Sólo quería nacer, madre, para volar libre sobre las olas del viento.
Antes de nacer,
tenía como mínimo, nueve meses.
Con amor. Silvia Mesa García.